Bogotá subterránea: Centro de Memoria I

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Foto: Centro de Memoria

¿Cómo tanto dolor puede dar pie para edificar una obra arquitectónica la cual es sinónimo de vida y esperanza?.

La bolera San Francisco, la estación Museo Nacional fueron los sitios por los que ya transitó este espacio dedicado a la ciudad oculta. Con estas dos entrega finalizamos un espacio en el cual evidentemente dejamos lugares por fuera como por ejemplo Maloka o los túneles de la Jiménez,entre otros.

Porque de seguir con esta temática seguiríamos obsesionados en un tema casi sin fin, limitándonos a un panorama interminable de opciones que aún esta por explorar, como el ya hecho por las bibliotecas de la ciudad en este mismo espacio. Pronto les describiremos las diferentes alternativas de ir a cine en un radio menor de cinco cuadras y más especiales que nos reflejan a la ciudad capital como un sitio mágico, literario.    

Con el Centro de Memoria distrital mi idea original era describir de manera sencilla la belleza arquitectónica del sitio, además de invitarlos a visitarlo. Sin embargo al estar allí en medio del monolito o de usar las otras dos entradas, de ver la exposición estoy obligado a ir más allá del concepto original, no obstante quiero dejar en claro que su historia, el trabajo arqueológicos no serán tratados en profundidad no por el desconocimiento, sino por la cantidad de material que existe y con una simple lectura en la página oficial usted puede profundizar. Ahora compartiremos datos relevantes los cuales no podemos dejar de mencionar y algunos que difícilmente encontrará en otra publicación respecto a este lugar.

Vale la pena aclarar que la advertencia anterior no la hago con el fin de prepararlos a la mejor crónica escrita sobre una construcción de la ciudad, lejos de eso, esta es una mirada simple y partícular de un ciudadano sobre una edificación que puede distar mucho a su experiencia.

Contexto histórico

La historia evidentemente resalta los nombres de los más recientes alcaldes de la ciudad, sin embargo, es esencial mencionar que el nacimiento del cementerio central es fundamental conocerlo. El primer personaje a mencionar es a Simon Bolívar quien firmó un decreto en 1827 en el que prohibió a los ciudadanos enterrar los cadáveres en las iglesias, por lo tanto se creo el cementerio el cual se dividió en dos partes el globo A, el cual se conserva aún destinado a personajes importantes. El globo B, conocido como el cementerio de los pobres, justamente ahí se hizo la construcción. Y muchos años después tras el Bogotazo en 1948 se implementó el globo C, para los NN, en este último esta el parque  El Renacimiento.

El primer homenaje a la memoria lo hizo la artista bogotana Doris Salcedo en el 2003 buscando intervenir de manera artística los columbarios. Años después junto a la artista bumanguesa Beatriz González hicieron la obra ‘Auras Anónimas’ ver fotografía*.

Ahora si con los alcaldes bajo la administración de Enrique Peñalosa, inició el Centro de Memoria. La idea inicial del burgomaestre era realizar una pista de patinaje sobre hielo. En la alcaldía de Luis Eduardo Garzón a través de Claudia López y de varias ONG entre ellas la más importante,Indepaz, se incluyó en ese periodo al Concejo. Fue un proyecto que hizo parte de plan de gobierno y fue como se pensó en el  Centro de Memoria.

La ejecución de la obra  se desarrolló en la administración de Samuel Moreno, una pena conociendo parte del escándalo del carrusel de la contratación. La finalización, es decir los acabados y la dotación se hicieron durante la presente administración de Gustavo Petro.

Experiencia personal

Recuerdo que la primera visita que hice al Centro de Memoria fue una noche de jueves para ver la proyección de un documental. Aunque me gusto la infraestructura quedé tan perdido pues creí que había una cafetería muy bella (en la próxima entrega explicaré esta confusión) entre corriendo, me senté, disfrute la película, me levanté y salí. Esa noche como protagonista de novela venezolana prometí volver, ya que tenía una cuenta perfecta. Lo hice, el 6 de febrero día sin carro por eso lo recuerdo, aproveché la hora de almuerzo para conocerlo sin ningún afán, en esta ocasión ingrese por el monolito.

Me armé con grabadora en mano, libreta y lápiz, intenté saludar al guardia de seguridad, él se me adelantó, antes de pronunciar palabra me dijo – Siga. Al ingresar encontré dos árboles ver imagen  hechos con papeles, no puedo calcular la cantidad de mensaje, supongo que son miles. Aquí comparto algunos de ellos mensaje , mensaje 2.

No sé por donde comenzar. los trabajadores que pueden ayudar disfrutan de su almuerzo así que busco quién esta por ahí, subo las escaleras, me encuentro en el cementerio. El flashback es inmediato, recordé una visita al cuerpo sin vida de mi abuelo paterno quien yace hace más de 20 años en este lugar. Así de repente te caen dos décadas encima, este era un sito que siempre evite, lo consideraba frío, feo y peligroso, sin embargo esperando en una silla de madera, contemplo la 26 casi desierta. La paz del lugar me hace olvidar que estoy en un sitio que fue por años el sitio donde llegaron los pobres cadáveres de ciudad.

Buscó en la libreta porque recordé que en medio de ese agradable momento escribí la entrada de lo que iba hacer este escrito. Me encuentro con el problema de siempre no comprendo los garabatos escritos ver imagen. Sé que le doy la espalda a la calle 26 y apenas puedo entender una pocas palabras. Comparto un poco de los apuntes:

A la izquierda las tumbas (en ese momento no sabía que eso se llamaba columbarios y la unión de ellos nichos) antes siete árboles. Pueda que el barrio Santa Fe sea reconocido como el epicentro de putas, drogas y ruido, sin embargo la paz del cementerio contrasta con el centro de la ciudad y con esa horrible percepción. A mi derecha rejas, dos carriles, más rejas y por fin el parque del Renacimiento. Estoy en medio de todo: verde, agua, madera y al frente una imponente edificación. Ver imagen.

Monolito

Los apuntes no dan para más, así que los dejó  para hablar de la estructura que es visible para los bogotanos que transitamos por la calle 26 o la carrera 24,  el monolito me acompaña Iván Castaño ver imagen quien aparece en la foto mirando un tubo que esta incrustado en la pared. Nos cuenta que hay cerca de 12.100 tubos los cuales están llenos de tierra y de un mensaje que tiene una pequeña reseña con la procedencia y de quien hace el aporte. Aquí puede leer la explicación que esta en la pared sur imagen memorial por la vida, aquí pueden ver otras imágenes pared tubo 1, pared tubo 2, pared.

Inicialmente la idea era construir el monolito con técnicas ancestrales, cada bloque con técnica tradicionales como la de tierra pisada, con mierda de vaca, guadua, excrementos de marrano con la tierra de las victimas. Este procedimiento no se pudo hacer porque para la altura de la estructura actual era necesario un muro de por lo menos 6 metros de ancho, la capacidad de los soportes no lo permitió. Las medidas de esta edificación es de 11 metros de alto por 27 de ancho.

El monolito es un gran cascaron, vistoso por fuera vacío por dentro lleno de simbolismo, tanto que no puedo entender ¿Cómo tanto dolor puede dar pie para edificar una obra arquitectónica la cual es sinónimo de vida y esperanza?.

Segunda entrega

La próxima semana publicaremos la segunda entrega del especial de Bogotá Subterránea con la continuación del Centro de Memoria II ya que la incursión apenas comienza. En la siguiente parte tendremos la descripción final de los espacios físicos, una reseña de la exposición anterior, de la actual y entrevistas con dos asiduos visitantes del Centro de Memoria.

*David Campuzano / Elespectador.com

Especial Bogotá subterranea

Los tesoros están escondidos, la bolera San Francisco es uno de esos

Primera parada: TransMilenio subterráneo.

Bogotá subterránea: Centro de Memoria II

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Respecto a la reseña Comentario de 'Carlos Reina (no verificado)'

Cordial Saludo: La memoria es muy importante, tanto como la aproximación a ella, más si hablamos en términos históricos. Si bien  el documento es interesante, pierde sentido ante las impresiciones observadas en él, en particular aquellas relacionadas con el "contexto histórico", que en realidad no revela ningún contexto sino que más bien es un resumen, por demás muy pobre y que poco ilustra. En primer lugar, se hace una referencia de Bolívar frente a un decreto expedido en 1827, aunque no se dice cual.  En segundo lugar, se aduce que debido a este decreto, es que aparece el Cementerio Central. En realidad, el asunto de la prohibición mencionada, data del siglo XVIII. Los enterramientos se estaban haciendo desde esa época en los predios del Hospital de San Juan de Dios, en lo que fue el primer cementerio público fundado en 1793 por el arzobispo Baltasar Jaime Martínez, conocido como "La Pepita",  en la vía a Fontibón en predios aledaños a la actual estación de la Sabana y donde posteriormente funcionaron los parqueaderos del tranvía durante los años 20 y 30 del siglo XX. La proyección del Cementerio Central inició en 1791, bajo la iniciativa del virrey José Manuel Espeleta, ratificada en 1804. Este Cementerio tenía una ocupación popular, por lo que personas de mayor reconocimiento y dinero, se negaron a sepultar a sus familiares en este lugar, lo que obligó a que el alcalde Señor Buenaventura Ahumada Gutiérrez, solicitara al cabildo municipal en 1822, la apertura de un nuevo cementerio, mismo en el que fue enterrado posteriormente. Nótese, que esto ocurrió años antes a lo mencionado por el documento publicado por ustedes. Si bien Bolívar firmó el decreto el 15 de Octubre de 1827, su iniciativa fue tomada de las que, desde el siglo XVIII, el Rey Carlos III había formulado para ese asunto. Finalmente fue Pedro Alcántara Herrán, quien ordenó la construcción del mismo. como lo señala el historiador Alberto Escovar (2002), a pesar de que este comenzó a funcionar antes de su inauguración.   Es importante señalar que el nombre inicial fue el de Cementerio Universal, y que este fue posteriormente cambiado. También resulta conveniente, si estamos hablando de que este es un medio que representa a la Academia de la Universidad Distrital, señalar una bibliografìa mínima como apoyo para que el lector confronte o refute lo escrito.  AttCarlos Arturo Reina RodríguezDoctor en Historia. U. Nacional de ColombiaProfesor Asociado Universidad DistritalFacultad de Ingeniería.  Bibliografía recomendada: Escovar A. (2002) El Cementerio Central de Bogotá y los primeros cementerios católicos. Revista Credencial Historia. Bogotá. Edición número 155. Giraldo Alelejandra (2007) Cementerio central, testimonio vivo del arte y la historia. Alcaldía Mayor de Bogotá. Calco Izasa Oscar, (2010) El Cementerio central: Bogotá la vida urbana y la muerte. Tercer Mundo editores.