Por fin llegó ‘The French Dispatch’ de Wes Anderson

La maestría de Wes Anderson no está en discusión, eso sí no deja de ser visto por algunos como un contador de historias inocente, sin embargo, no es lo mismo ser inocente a mostrar la inocencia en sus relatos.

Su forma de rodar los planos, lo simétrico, los colores pastel, su humor constante, sus escenarios ficticios deliciosamente decorados y una lluvia de estrellas son sus características.

En su reciente propuesta se repite, lo hace apropósito y no es una crítica sino una virtud, ya que su estilo es de lo mejor que podemos encontrar en una pantalla por su riqueza visual.

En ‘La crónica francesa’ se inventa una ciudad francesa, vale la pena recordar que el director tejano vive en Francia, en donde hace una exaltación a las publicaciones escritas, a la cultura gala y al periodismo.

Se siente en su trama una mirada nostálgica a tiempos que no volverán. El centro de la cinta es un semanario que cuenta con las mejores plumas de los Estados Unidos. El director, dueño y editor de la publicación es Arthur Howitzer Jr (Bill Murray) quien defiende a capa y espada a sus escritores.

Cada cronista es un mundo distinto, una forma especial de trabajar, un periodismo literario en tiempos en los que el Internet no existía, por ende, las redes sociales y los mejores videos lo construían los lectores gracias a la maestría de las palabras que leían.

El reparto supera a 30 actores de primera línea, algunos aparecen apenas en un par de escenas. La cinta está hecha por retazos recordando las secciones del tabloide, un obituario, crónica urbana, una historia de un artista, la revolución francesa, un secuestro y un tema culinario, todos hacen parte del universo impreso de ‘La crónica francesa’.

Los amantes de la filmografía de Wes Anderson van a adorar este largometraje en el que se evidencia su grandeza visual, lo que me hace dudar es si los que no conocen al director podrán disfrutar de esta producción ambiciosa que mezcla el humor, la crónica roja, la animación y el blanco y negro.

Lo que da como resultado un banquete visual que da la sensación, aunque sea un homenaje a las historias bien escritas, que aquí se cuenta mucho, tanto que el espectador se puede perder o no conectar con todo lo que se va narrando, en ese sentido narrativo se añora un poco más de sencillez.