Los tesoros están escondidos, la bolera San Francisco es uno de esos

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Foto: www.revistaexclama.com

En pleno centro de Bogotá, en medio del ruido, vendedores ambulantes, transeúntes y buses de Transmilenio, está la bolera más antigua de Bogotá, más de 70 años de historia allí guardados. 

La fachada es la misma de aquel año 1941 cuando abrió sus puertas por primera vez: de fondo una lata blanca y amarilla y en letras rojas: Bolos San Francisco y  la fecha de cuando se inauguró. La puerta es una reja oxidada pero al cruzarla la historia cambia. 

Las escaleras de cerámica negra ocultan la imagen impactante de la bolera, es realmente sorprendente descubrir que debajo de aquel tráfico está un lugar tan hermoso. La base de ocho columnas que sostiene el edificio compuesto de cinco pisos aún guarda la misma estructura, una generosa iluminación y la decoración de los años 40 reflejada en las sillas, mesas y espejos, resumen que allí no hubo remodelación sino restauración. 

Los baños tienen una cerámica de cuadros pequeños color pastel, tres pistas de bolos y una tina en medio de una sala de estar hacen parte de la estética de este escondido lugar. 

Muchas historias se han escrito que era el sitio de reunión de periodistas, poetas y presidentes y uno de los lugares favoritos  de Jorge Eliécer Gaitán. Hoy por hoy además de ser bolera, es restaurante-bar y se hacen conciertos sobretodo de música electrónica. 

Lo mágico de este rincón subterráneo de Bogotá es la estética que conserva “Soy amante del centro, pasan situaciones muy interesantes y no es una zona peligrosa como la pintan… 

"Uno de tantos días recorriendo la Jiménez me dio curiosidad bajar al sótano, caminé hasta el fondo, miré hacia arriba y vi un pedazo destapado, pedí permiso para subirme al techo, mirar y ahí descubrí que toda la estructura estaba cubierta. A partir de ese día me obsesioné en restaurarlo y desde hace un año lo logramos entre tres amigos”, cuenta Carlos Ramírez uno de los nuevos propietarios y quien descubrió el tesoro arquitectónico que allí reposa. 

No sólo los pisos son los mismos, sorprende que decidieran conservar la función de quien recoge al final de la pista los bolos y los ubica en una nueva línea, allí está el “chinomatic”, un joven vestido de boina, cargaderas y pantalón oscuro que en cada tiro repite su función. 

Sebastián Pérez, uno de ellos dice que combina su trabajo con clases de idiomas, amigos y familiares se sorprenden cuando les cuenta a qué se dedica. “Me siento bien haciendo una actividad poco usual”, dice el joven de 19 años. 

Mientras recuerda todo el proceso de negociación para conservar el mismo nombre y la misma fachada, Carlos diseñador y empresario afirma estar enamorado de su proyecto porque hace parte de la historia de Bogotá. 

Cuando vaya por el centro de Bogotá no dude en bajar a la bolera, le aseguro que se sorprenderá.

Ver galería de imagenes aquí.

Especial Bogotá Subterranea

Primera parada: TransMilenio subterráneo.

Bogotá subterránea: Centro de Memoria I

Bogotá subterránea: Centro de Memoria II

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