La extensión: universidad y sociedad

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Foto: LAUD

La Extensión, ese vector dinamizador, representa una prolongación activa, no inercial, de la Universidad. Entraña el continuum que la comunica directamente con el mundo exterior. 

De esa manera, carga con el universo de sus significados y objetivos, para hacer presencia en la solución de los problemas concretos que surgen en la sociedad y en la mejora de las condiciones materiales y culturales de los colectivos humanos.

El sentido que define la naturaleza de la Universidad está nucleado en torno de la producción y difusión del conocimiento; de la promoción de una ciudadanía apoyada en los derechos humanos; y en el impulso de un espíritu crítico, que cuestione las verdades aparentemente inamovibles y, a la vez, estimule el cambio.

Ese sentido de vida institucional guía la actuación de la Universidad en los distintos espacios del mundo social, aquellos que demanden remedios, a partir del planteamiento de sus problemas y carencias.

Perspectivas conceptuales

Si apeláramos a una mirada sistémica, diríamos que la Universidad, como estructura, se organiza alrededor del conocimiento. Mientras tanto, su entorno está conformado por la sociedad en su conjunto. Entre ambas se establece un flujo de in-puts y out-puts; es decir, de exigencias que llegan y de respuestas que surgen, intercambio este que da paso a una retro-alimentación, cuya consecuencia podría ser el fortalecimiento de la una y de la otra.

Ahora bien, si acudiéramos a una perspectiva teórica más amplia, podríamos pensar que en la sociedad hay, de un lado, un mundo de la vida, ese sinnúmero de relaciones y representaciones que florecen a cada momento; y hay, de otro lado, sistemas, en los que aquellas cristalizan: sistemas políticos o económicos, culturales y religiosos o educativos. La Universidad, que por lo demás es uno de estos, debiera abrirse en sus vínculos con la sociedad a ese mundo de la vida en permanente reverdecimiento. A través de la Extensión, podría estar lista para atender a esas relaciones que crecen y se reproducen, de modo que alimente un orden más abierto y justo.

En todo caso, la institución de educación superior tiene un despliegue funcional de tareas alrededor de tres líneas misionales; a saber, la Formación, la Investigación y precisamente la Extensión. Esta última supone procesos de interacción, algo que anima al Alma Mater a la realización de estudios para determinados cometidos, a consultorías y asesorías, a la ejecución de obras o a interventorías y a la realización de trabajos de educación; así mismo, a innovaciones productivas o a la aplicación de tecnologías al servicio de la economía, de la comunicación o de las propias formas de asociación comunitaria.

Dichas actividades se realizan a través de contratos o de convenios interadministrativos, en los que el ente universitario presta un servicio o proporciona un bien; y, a cambio, recibe un ingreso, incluida una utilidad. Dicho ingreso representa la posibilidad de una remuneración para los docentes por su trabajo profesional. A su turno, esta rentabilidad se transforma en el llamado beneficio institucional, una contribución que llega como ganancia y es transferida al presupuesto de la institución.

En la Universidad Distrital tuvo lugar una vergonzosa defraudación de estos recursos provenientes de los convenios. Durante cinco o seis años, el director del Instituto de Extensión fraguó una operación para desviar los dineros, mediante una cuenta oculta; lo cual produjo un desfalco en recursos que fueron a parar a sus bolsillos. Esta fue una actividad criminal que denunciamos en su debido momento, con el apoyo de pruebas incontrovertibles.

Circunstancia deplorable que obligó a que la dirección de la Universidad contratara auditorías. Aunque provechosas para visualizar las reformas del caso, difícilmente superarán los resultados obtenidos por la inspección e indagación hecha inicialmente por parte de la Procuraduría General, a instancias de la queja presentada por el propio Rector. De todo ello queda claro que además del mecanismo criminal, existía un marco normativo interno que desde el año 2013 prodigaba una autonomía y una largueza notorias, aprovechadas por quien ya fungía entonces como director de la Extensión, todo lo cual posibilitó sus desafueros delictivos.

Reformas imperativas

Dos necesidades surgen imperiosas. En primer término, sobreviene la exigencia de modificaciones administrativas para limitar los márgenes que facilitan el latrocinio. En segundo lugar, corresponde reorientar la línea de Extensión, para darle un énfasis mayor al componente académico. A ambos imperativos los hemos incorporado en la propuesta que presentamos ante el Consejo Superior y que seguramente también debe ser analizada en la Asamblea Universitaria. Por cierto, ninguno de estos dos elementos, el administrativo y el ideológico, se oponen entre sí.

Si los abordamos articuladamente, daremos un más grande realce a esta línea misional. Podremos obtener mayor eficacia en las actividades que se apoyan en la investigación científica, tecnológica y creativa. También garantizaremos los valores propios de una pedagogía crítica y de una ciudadanía incluyente y participativa. Reformar en esa dirección la Extensión es una urgencia, ahora que ya se conocen algunos resultados de las auditorías.

Blog de opinión

Ricardo García Duarte

Rector, Universidad Distrital Francisco José de Caldas

@rgarciaduarte.

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