Ir a la Plaza del Restrepo es todo un plan familiar

Si usted quiere comprar una mascota, ir a comer alguno de los platos de la gastronomía criolla, degustar una ensalada de frutas, comprar garullas, quesos, ropa, artesanías, ollas, adquirir cualquier producto para un remedio casero y hasta riegos no tiene que gastar tiempo desplazándose hacia varios sitios para conseguir lo que necesita, en la Plaza del Restrepo lo encuentra todo.

Para los que amanecen después de una rumba, la zona de comidas le ofrece un delicioso tamal cubierto con lechona, chocolate y pan, o un suculento caldo de raíz o pajarilla. Y si el guayabo no es tan duro se puede tomar el clásico caldo de costilla, un sancocho de gallina y hasta una sopa de mondongo.

Don Martín Caballero, visitante de la Plaza desde 1968 ha ido con su esposa desde que eran novios, es decir que allí han cosechado las mieles del amor, nacieron sus hijos y ahora llevan a sus nietos a comprar las mascotas para la casa y a comer las famosas ensaladas de frutas de la Plaza del Restrepo.

Una de las fundadoras de la Plaza, la señora Mercedes viuda de Zamora cuenta que su vida está ahí, en su negocio de ensaladas de frutas, jugos, salpicón, berraquillo, copas de helado. Ella llegó allí cuando el lote era un potrero,  tenía  que extender toldos, tirar costales sobre la tierra para colocar sus productos y con el tiempo fueron construyendo hasta que colocó su granero, pero la dicha le duró hasta que llegaron los supermercados a los alrededores y los propietarios de este tipo de negocios tuvieron que cerrar porque habían quebrado.

Pero a doña Mercedes, una mujer valiente y aguerrida, vio que no podía quedarse con las manos cruzadas se le ocurrió la idea de iniciar con otra actividad económica y empezó su nuevo negocio vendiendo ensaladas de frutas en esta misma Plaza. Ahora “Kesys Fruta Que Delicia” ha sido heredado a dos generaciones pero ella nunca se ha apartado de su frutería porque como ella dice hoy a sus 83 años: “esta es mi vida, a mí que no me quiten venir acá porque me muero”.

En el negocio del profesor Neftalí Hernández, propietario del “Zoológico del pedagogo” se encuentra gran variedad de animales domésticos, perros, conejos, aves, gatos, patos, pollitos, palomas y en este oficio encontró más amor por los animales que por la Licenciatura en Química, lo que la hecho que lleve en la Plaza del Restrepo aproximadamente 40 años.

Y si usted es de los que prefiere comprar la gallina o el pollo vivo para preparar sancocho, donde doña Marina Espitia consigue la típica gallina campesina o el pollo de campo, cualquiera de los dos puede costar entre 15 mil y 30 mil pesos, todo depende del tamaño. “Entre gustos no hay disgustos” dice cuando se le pregunta por la diferencia entre estas dos especies, para ella el que sea pollo o gallina es al gusto del cliente porque son para lo mismo y el sabor va es en el sazón de quien lo prepare.

Los pasteles de carne y pollo, las hojuelas de harina de trigo, las empanadas de arroz y carne molida, las arepas de huevo, queso, un refrescante masato lo consigue donde don Fabio y doña Irene quienes durante 30 años han trabajado allí y aunque cuentan que la situación económica es cada vez peor, dan gracias a Dios porque con esta labor lograron sacar a sus hijos adelante y hoy son una familia unida y feliz.

Si bien es cierto que la ciudad cada día ofrece nuevos espacios para compartir en familia, recuperar y revivir este tipo de lugares sirven como alternativa para salir de la rutina que nos presenta la vida moderna.

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