El sexo: placer, vicio o sadomasoquismo

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Foto: LAUD

Cuando hablamos de  adicción por lo general pensamos sobre la dependencia de sustancias psicoactivas.  Sin embargo con el tiempo este término se ha ampliado integrando el concepto de adicciones psicológicas.  

Sin duda, el sexo nos transporta y satisface por así decirlo nuestros más bajos instintos. Lo hacemos por amor, por deseo, hasta por costumbre pero ¿Cuándo algo tan natural y esencial se convierte en adicción? Cuestioné si quizás yo era una adicta al sexo por la tendencia voyerista que llevo en mí pero ¿A quién no le gusta ver y sentir placer? 

Ahora es común hablar de masturbación, promiscuidad, swinger y sadomasoquismo; con este último en particular se me vino a la mente 'Cincuenta Sombras de Grey' y me pregunté: ¡Hasta dónde existe el placer y el erotismo en el sexo rudo, así como las demás conductas aberrantes que hay en la sociedad? Aunque no sé si aberrante sea el termino, lo interesante de esto ese el tabú que existe en la sociedad y aunque definitivamente todos tenemos algún tipo de fetiche, sólo que hay quienes se les puede volver realmente un problema, una adicción. 

Existe en Bogotá la Fundación Libérate ubicada al  norte de la ciudad a diez minutos del centro comercial Bulevar Niza, un campus, de hecho parece una finca de descanso con mucho verde y un pequeño parque para niños. Dicha Fundación está dedicada al tratamiento de personas con adicción al sexo. Cuenta con especialistas calificados en el área de la salud como terapeutas y psicólogos. 

Carolina Ruíz una terapeuta de la Fundación, quien aceptó explicar este tipo de adicción, señaló que las personas adictas al sexo tienen unos síntomas específicos, un patrón patológico de pensamiento y comportamiento. Los adictos al sexo van a mostrar dependencia a diversos objetos, cosas y hasta personas que les ocasionan una estimulación intensa. Evitan las relaciones estables y profundas ya que su objetivo es tener sexo, tienen relaciones íntimas sin desearlas y se masturban hasta hacerse daño, pero ¿Qué es hacerse daño? Cuestioné,  su respuesta hizo ahínco al  tema moral y no físico en el cual al individuo lo invaden sentimientos de rabia e impotencia por el hecho de no poder controlarse. 

La terapeuta mencionó que ser adicto al sexo debe diferenciarse del concepto de hipersexualidad pues  implica un comportamiento sexual repetitivo, con alta frecuencia que genera placer. Por el contrario el adicto no se caracteriza específicamente por su  frecuencia sexual, sino en el tipo de relación que  establece con el sexo, buscando en esto  un mecanismo de escape, teniendo relaciones sexuales sin desearlas, y  sintiendo desagrado ya que el placer no existe. También puede correr el riesgo de adquirir una enfermedad por transmisión sexual, ya que prima el impulso y no la prevención.

Le pregunté si era recomendable masturbarse y con qué frecuencia, por supuesto ella es muy profesional y a esto respondió que no podía hacer este tipo de recomendaciones,   pero  si la persona lo hacía más de cinco veces en el día ya era un patrón el cual podía indicar que la persona tiene algún tipo de adicción. Con esta explicación  sentí alivio, aún no he llegado al diario. 

En los tratamientos internan y sacan a la persona de su medio realizando una intervención grupal, individual y con la familia.  Muchas veces se trata a la persona como un ser biopsicosocial, es decir, que su enfermedad involucra áreas biológicas, psicológicas y sociales y es donde allí donde todas estas áreas comienzan a ser intervenidas. 

Hombre y mujeres somos seres sexuados por naturaleza, que para algunos es un problema y en esta sociedad tan machista es más fácil cuestionar el hecho de que una mujer lo presente y se le convierta  en un tabú, impidiendo que este tipo de adicción salga a la luz pública por vergüenza o  miedo a ser señalada por ciertas sociedades moralista o mejor decirlo, mojigatas. Por eso es más común que los hombres sean los primeros en reconocerlo. 

Carolina habló sobre el proceso de aislamiento  haciendo una breve explicación: “En un primer momento se inicia con unas técnicas de relajación y control de impulsos  a través de medicina alternativa la cual va a permitir que la persona comience a autorregular aquello que se le salió de las manos”. Mencionó que el tratamiento puede durar tres meses y recalcó: “La recuperación debe ser para toda la vida”. 

Libertad y responsabilidad, ¿Lo sabremos combinar?  

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