‘Fue la mano de Dios’, una hermosa autoficción

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Foto: Netflix

Paolo Sorrentino siguiendo las reglas del cine nos cuenta su historia, de esa Nápoles de los años 80 cuando llega Diego Armando Maradona a su ciudad mientras él es un adolescente.

Es imposible no suspirar al recordar como expresa los sentimientos el director italiano, aunque debo confesar que no he visto su vasta filmografía en la que brillan ‘La gran belleza’ (2013), ‘Juventud’ (2015) en la que veíamos una referencia a Diego Armando Maradona y ahora con ‘È stata la mano di Dio’ vuelve el homenaje a pelusa y ya entendemos el porqué.

Como lo hizo Pedro Almodóvar en ‘Dolor y Gloria’ (2019), Paolo Sorrentino hace una autoficción en la que nos cuenta su vida, su despertar sexual sin ningún pudor, su adolescencia, su familia y su primer encuentro con el cine.

Aunque, vemos a Sorrentino, el protagonista es Fabietto Schisa (Filippo Scotti) un joven que siempre tiene los audífonos de diadema en su cuello, mira, observa todo lo que lo rodea, no tiene amigos en el colegio, su relación con la familia es esplendida, comparte la habitación con Marchino su hermano, la hermana siempre está en el baño, bueno casi siempre.

Sus padres por poco son perfectos, el gran Toni Servillo interpreta al jefe de familia Saverio Scotti, un hombre encantador, romántico, su madre (Teresa Saponangelo) no se cansa de hacer bromas, muchas de ellas muy elaboradas en las cuales es imposible no reír, a pesar de que alguna tenga algo de crueldad.

Estamos ante una familia tradicional de clase media, numerosa, ruidosa, amorosa, encantadora y despreciable, pero es imposible no resaltar a la tía Patrizia (Luisa Ranieri), deslumbrante por su belleza, su sensualidad simplemente deja a todos con la boca abierta.

Nápoles no es la ciudad más bella de Italia, sin embargo, su papel secundario está a punto de transformarse por siempre gracias al arribo del mejor jugador del mundo del momento. Una transferencia millonaria que pocos creían que fuera posible.

La llegada del astro del fútbol hizo que la ciudad se transformara, hay fútbol, pero es lo único que conocemos, lo que ya no nos sorprende a pesar de lo fantástico que fue, es decir, los triunfos del club de la ciudad, el paso de Diego por el Mundial del 86 en el que se consagró como el mejor del mundo, mientras Nápoles parecía más una ciudad argentina que italiana.   

Así que lo de los goles es bellamente retratado, pero lo que de verdad nos atrae es mucho más sencillo y profundo como lo es la vida, el amor por lo cinematógrafo, el deseo, la riqueza de los personajes.

En ‘Fue la mano de Dios’ se mezcla la alegría, el dolor, el cine y el balompié de una manera magistral, en especial al séptimo arte sin mostrar mucho, pero con referencias muy claras como a Federico Fellini, plasmando a la ficción como una manera de salvar vidas, ante la desolación por la realidad que mejor que buscar cobijo en la ficción.

El largometraje ganador del Gran Premio del jurado en el Festival de Venecia, está en la plataforma de Netflix en la que también se pude encontrar un corto documental de ocho minutos ‘Fue la mano de Dios a través de los ojos de Paolo Sorrentino’.

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