Una leyenda en concierto

11/21/2011 - 18:50

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Después de disfrutar de Kool & the Gang en el norte de Bogotá y todo lo ocurrido con el frustrado festival Creamfields  con David Guetta, esta es mi reflexión.

La banda Malalma abrió el concierto de Kool & the Gang y Willy Vergara fue el encargado de la programación musical. Lamentablemente el sonido no fue el mejor para la banda, el reto para Sergio Arias, líder de la agrupación: prender la fiesta, el poderoso trío salió bien librado del concierto y seguido a ellos un espectáculo de danza se adueñó del escenario, cuatro hermosas mujeres arriba en un andamio de las cuales sólo se resalta su belleza y cuatro bailarines vestidos de salseros bailando Break Dance.

Kool & the Gang es una agrupación de New York que nació en el año 1964 como un ensamble de jazz y considerado unos de los baluartes de R&B en la década de los años setenta y con un éxito comercial muy fuerte desde el año de 1979 y el decenio de los años ochenta. Su declive viene hasta hoy de manera comercial. No por eso deja de ser un proyecto para disfrutar en concierto.

La atmósfera era perfecta para recibir a Kool & the Gang, muchas bolas de vidrios en el techo del lugar, luces, los hombres con pelucas de afro y las mujeres con pelucas de colores fuertes, parecidas al disfraz de Lazy Town.

La espera terminó a las 11:35 de la noche e inicio la celebración, muchos intentando guardar ese momento esperado, usaron sus teléfonos celulares como cámara y las luces del escenario iluminaron hasta la una y once minutos de la mañana cuando finalizó el concierto.

La interacción con el público fue activa, varios espectadores subieron al escenario y fueron tres las canciones favoritas de los espectadores Jungle Boogie, Ladies Night y cierre acompañado de pompas de jabón y una lluvia de papel brillante con la canción Celebration

El precio de la boleta espantó a muchos seguidores y aunque el lugar en su infraestructura estuvo al nivel del concierto, su ubicación en la calle 224 con autopista norte, unida al nulo transporte son para reconsiderar.

Otro espectáculo esperado el fin de semana en Bogotá era el festival de música electrónica, Creamfields. Estaba programado para el viernes 18 de noviembre y horas antes del concierto la secretaria de gobierno Mariela Barragán, negó el permiso para su realización por incumplimiento de los términos y requisitos del decreto 192 de 2011. El escenario no cuenta con el concepto estructural para el evento, además que el empresario esperaba 8.000 personas y según el Fondo de Prevención y Atención de Emergencias (Fopae) su capacidad máxima es de 1.000 espectadores. 

En las redes sociales el tema fue el más nombrado, por supuesto los chistes no se hicieron esperar,  “los fanáticos se enfrentan al ESMAD,  los jóvenes tiran los Sparkies”.    

El señor Juan Pablo Ospina no es santo de mi devoción, empresario que habla mal de la administración local como si fuera el gobierno castrense, en una entrevista en la W Radio después de preguntarle por la cancelación del evento y tras una larga perorata, concluyó…acaban la vida de uno de esta manera y de paso, acaban con los sueños de muchas personas y nos dejan como los peores y más retrógrados indígenas dentro del ámbito del espectáculo mundial”. Un Ospina quebrado, pero indígena nunca. 

Después de mucho tiempo de reflexión me pongo en sus zapatos y admiro su posición, no importa su tono agresivo y su crítica por fuerte que sea, es razonable y llena de argumentos. Mi problema con Juan pablo Ospina no es de fondo, es de forma. Él ha traído conciertos como los de Depeche Mode, Roger Waters, R. E. M y aunque sienta que es una estrella de rock, considero un acto canalla la decisión por parte de la administración.

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