Letras de esperanza

08/03/2011 - 15:55

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Caminando por las instalaciones de la Cárcel Distrital se empieza a percibir el encierro, el frio y un poco de soledad entre las paredes de concreto.

En cada celda hay una historia por conocer y por supuesto cada persona que está allí tiene su propia historia, cada una cargada de dolor, delito, justicia o injusticia. Individuos que cumplen una condena que los priva de su libertad.

Una de estas historias es Yorley Ozorio, una mujer de 31 años con un talento particular, sus escritos llenos de sentimientos, de mucho dolor pero de esperanza e inspiración de sus vivencias y de sus hijos.

Ella vivía en Medellín con sus hijos, una mujer que cumplía sus labores en su casa y además trabajaba en almacenes, restaurantes y casas de familia para ayudar a su compañero. Sin embargo como dice ella, no estaba dispuesta a depender únicamente de un salario mínimo. Quería tener más plata, por eso decidió venir a Bogotá y trabajar con su hermano, quien le enseño a  robar en los apartamentos o como ellos le llaman “apartamentear”.

Al contar su historia Yorley recuerda que ya tenían los apartamentos vistos y sabían cuanta gente estaba en el momento del robo: “éramos una banda más  o menos de 10 personas, entrabamos a las casas armados y allí amarrábamos a la gente para poder sacar todo, el sector en el que más actuábamos era Colina Campestre. Yo ya había hecho unas tres “vueltas” y todo había salido bien, jamás me imagine que algún día me iba a caer”.

Su día comienza a las 5:00 am, a las 6: 00 am tiene que estar en el patio bañadas, la que no se bañe la “boletean” dice casi entre risas, luego todas  hacen fila para tomar el desayuno. A las 8:30 salen para los talleres, que pueden ser de democracia, derechos humanos, validación, manualidades, aeróbicos entre otros. A la 1:00 pm  almuerza, a las 2:30 pm tienen otro taller, al anochecer “nos tomamos un tinto y a las 5:00 ya nos toca acostarnos”.

Yorley se destaca entre sus compañeras porque ella les ayuda con cartas para sus amigos o sus novios, muchos de ellos de los otros pabellones de la cárcel. Además cuenta con otros talentos como el dibujo y las manualidades, talla jabones y pinta en los muros de la cárcel, esto le ha ayudado a conseguir dinero para tener sus cosas personales y no depender de nadie.

Y es que los muros de la Distrital son limpios, la comida es buena y los internos cuentan con uniforme, diferenciándola de gran manera de otras. Allí se realiza una resocialización a los  reclusos que terminan privados de su libertad en su mayoría por delitos menores. Este es un proyecto que se desarrolla con los internos donde se les dan elementos  como talleres que se realizan con expertos voluntarios que ayudan a darles una segunda oportunidad.

Además este  proceso permite hacer un seguimiento de las personas que salen de las cárceles, para lograr que no vuelvan al mismo ambiente y no cometan los mismos errores, algunos casos resultan  exitosos otros no.

El día que Yorley se cayó había hecho varios robos con su hermano luego de que   ocho días antes fueran detenidos y puestos en libertad por el mismo delito.  A los 15 días fueron capturados de nuevo con la diferencia de que en esta ocasión Yorley conocería la realidad de estar privada de su libertar y lejos de sus seres más queridos. Luego de ser  llevados a la URI (Unidad de Reacción Inmediata), Yorley fue  trasladada a la Cárcel de Mujeres el Buen Pastor, allí  sentía mucho miedo, incluso había escuchado que para sobrevivir  se tenía que “parar duro” porque si no le robaban todo.  Al principio le tocaba dormir en el piso y comía muy mal. Pero fue meses después de iniciado su encierro que recibió una noticia que cambio de nuevo su vida, su compañero y padre de sus hijos había muerto.  Eso la llevo a meterse en el mundo de la drogadicción y terminó consumiendo bazuco.

Meses después Yorley recibe una nueva noticia que esta vez traería a su vida  esperanzas, sueños y una nueva oportunidad de vida. Sería trasladada a la Cárcel Distrital, allí esta mujer, sin saberlo descubriría su talento para la escritura y las artes. 

Madre de dos hijos, Kevin de 10 y Sara de 8 años, constantemente  piensa en el destino y el futuro que quiere tener al lado de ellos al momento de lograr su libertad mientas observa una foto.

Su hijo vive con una amiga  y Sara vive con los abuelos. Yorley no se ve con su familia, solo se comunica con ellos por teléfono y sus hijos no saben la verdad como expresa ella “los tengo tramados” de que se encuentra en Bogotá trabajando.

Su experiencia en la cárcel fue muy dura nunca pensó separarse tanto tiempo de sus hijos, cada mañana se levantaba a escribir en rima. Andrea Castañeda una de sus compañeras de reclusión la motivó para seguir escribiendo, con tantos escritos terminados, se le ocurrió pasarlos a un cuaderno y fueron llevados  a trascribir en limpio para así  hacer un libro que de seguro dará mucho de qué hablar.

“hoy nuevamente aquí sigo expresando emociones y sentimientos encontrados, aún sigo aquí en este mundo de rejas esperando que en menos de cuatro meses me vaya, ha sido una estadía larga, dura, triste y alegre pues aquí llegue encadenada sin saber que aquí encontraría mi libertad, fue en este lugar donde me di cuenta que mi orgullo, mi altivez, mi terquedad y mi falta de dominio propio fueron los causantes de mi encierro. Pero gracias a Dios aprendí que en esos defectos descubrí que soy un tesoro valioso y que tengo un padre que siempre ha estado conmigo, que mi  humildad puede doblegar mi orgullo, que mi madurez floreció en Cristo para pisotear mi altivez, que mi terquedad me enseño a amar  y aunque tengo debilidad Dios me enseña que solo con el mi prosperidad. Este es apenas uno de los apartes de los cientos de textos en los que Yorley ha plasmado sus sentimientos de encierro pero también de libertad.

Su  grupo de oración en  la cárcel ha sido un apoyo para desarrollar su talento, porque como dice ella, no me siento en una cárcel, sino en un colegio donde aprendo y he conseguido nuevas amistades.

Cuenta con el apoyo incondicional de su familia, por eso expresa que al salir quiere seguir escribiendo, dibujando desnudos y continuar su vida de la mano de Dios y de su hijo  que le ayuda a escribir poemas y frases para el libro que quiere publicar algún día.   

Con lo que nos conto espera poder llegar a dar a conocer un poco de su vida en la cárcel y da un mensaje a todos los jóvenes “que cuando se empieza a loquear uno no piensa en las consecuencias, solo en que si a uno le está yendo bien así, uno no entra en razón porque más que la gente le diga, no hay solo que pensar en la  plata sino en estudiar para descubrir talentos y mucho deporte porque el vicio es tenaz”

Actualmente le queda un mes y medio de condena y asegura que está feliz y que tienes las mejores energías para enfrentar esta nueva etapa de su vida, al lado de sus hijos  y de quien ahora ocupa su corazón, Omar, uno de los reclusos de la cárcel a quien esperará con la intención de construir un futuro nuevo y una vida nueva para todos. 

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